CONOCE NUESTRO
MUSEO: EL BRONCE FINAL (1100-700 a.C,) I
Prosiguen las
etapas cronoculturales de la Prehistoria Reciente en ésta trataremos: El
Bronce Final; del que es consecuente el panorama que encontrarán las primeras
expediciones orientales hacia occidente, período que concluirá muy
posteriormente con las viejas prácticas de la metalurgia del bronce, para
iniciarse en la manufacturación de otro metal: el hierro; que dará lugar al
advenimiento de la protohistoria definida por los primeros textos escritos por
gentes del mediterráneo oriental.
Después del
período Calcolítico, y el Bronce Inicial con una gran ocupación del territorio
de Los Pedroches, que si no muy abundante en lugares de hábitat sí con un
elevado número de construcciones megalíticas, el Bronce Medio nos niega hasta
ahora la información que provoca el desconocimiento al no haber encontrado aún
los lugares donde vivieron, ni las tumbas donde las gentes de este período se
enterraron; lo que conlleva a la distorsión a favor de la creencia que en ese
espacio temporal, esta comarca parece sufrir un hiatus poblacional, que denota
la carencia de prospecciones arqueológicas extensivas del territorio; hecho
este que, de producirse, daría con toda seguridad el resultado de hallazgos que
confirmarían la presencia de habitantes en la comarca en dicha etapa, que
forzosamente tuvieron que existir debido a la riqueza de minerales de plata,
plomo, cobre, estaño, etc, de los que es beneficiaria esta etapa cronocultural.
En este
período aún por descubrir en nuestra comarca, tiene sus raíces el Bronce Final;
nuevo horizonte cultural, que desde sus inicios acoge a la cultura tartésica,
que será constituida en el prólogo de las primeras influencias orientales que
se vienen originando desde principios del primer milenio a. C. con los
substratos poblacionales del Bronce Medio; contactos que provocarán la llegada
de navegantes orientales a las costas andaluzas, en las que en un principio
tendrá lugar la fundación de pequeños núcleos coloniales como: Malaka (la
actual Málaga) cuyo asentamiento está localizado al pie de la colina de La
Alcazaba; Morro de Mezquitilla, Chorreras, etc., todos ellos con una cronología
del s. VIII a. C., junto a las establecidas en la provincia de Almería: La
Colina de Montecristo, cercana a la población de Adra, Villaricos, cercano a
las Cuevas de Almanzora, con la misma cronología que las malagueñas;
asentamientos que son situados en pequeños islotes pegados a la costa, sobre
penínsulas, o en las desembocadura de los ríos, debido a que el calado de sus
barcos era poco profundo, por lo que su atraque para desembarcar, o embarque de
mercancías se realizaba en la misma playa sin necesidad de embarcaderos; constituía también un factor de primer orden,
la mejor o peor accesibilidad al interior del país en que se asentaban,
buscando la posibilidad de cruzar con facilidad las montañas u obstáculos que
podían limitar los contactos comerciales con los nativos, lo que mermaría las
ganancias; por lo que después de estos primeros contactos por las costas
mediterráneas optaron por buscar nuevos lugares de asentamiento, y cruzarán las
míticas columnas de Hércules, donde fundarán a lo largo de toda la costa
atlántica peninsular infinidad de colonias de la que una de las más antiguas e
importantes fue Gadir (Cádiz) lo que aumentó considerablemente el comercio con
el interior de la península a través de los “caminos” fluviales que representaban
los ríos que desembocan en el Atlántico navegables en gran parte de sus cursos.
A la llegada a
las costas del Sur de estos navegantes y comerciantes procedentes de las
ciudades fenicias de Biblos, Sidón y Tiro, llamados pueblos rojos debido al
color púrpura con que teñían sus tejidos, encuentran en la península núcleos de
población socialmente complejos con los que tendrán contactos pacíficos,
sellando entre ellos pactos continuos de amistad con aportaciones y beneficios
mutuos, aceptando los indígenas de buen grado las tecnologías más avanzadas de
estos navegantes, que puestas en práctica reportaban beneficios a unos y otros.
Entre otros
conocimientos que eran portadores estos pueblos navegantes se encontraba la
utilidad y aprovechamiento de un mineral, que aunque conocido por todos nadie
nada más que ellos supieron sacarle provecho; hablamos de la manufacturación
del hierro con el que fabricarán armas y herramientas, el que para trabajarlo
era preciso el conocimiento de una tecnología avanzada, ya que los componentes
férricos con los hornos que utilizaban los nativos no podían fundir como el
bronce, por lo que era imposible la fundición a molde, lo que requería el
conocimiento de la forja y el martilleo, dando como resultado que armas, útiles
y herramientas eran mucho más fuertes que el bronce, de más larga duración, y
de filos más duros y resistentes.
Uno de los
productos con que estos navegantes comerciaban con especial interés fue la
plata, aunque no se sabe si la técnica de copelación de la misma fue
introducida por ellos o por el contrario, y como parece ser, ya era conocida
por los nativos que controlaban sin inherencias foráneas los centros mineros y
metalúrgicos de la plata de Huelva, producto que adquirirán los intermediarios
fenicios asentados en los lugares de producción de este metal, el que
exportarán con pingues beneficios a los centros orientales del mediterráneo.
Estos pueblos
del Sur también obtendrán de ellos el conocimiento de nuevas formas del trabajo
de la metalurgia, la toréutica, la eboraria y la joyería que elaboraron en
marfil, bronce, plata y oro, elementos estos que serán detonantes de quien los
portaba, de un elevado estatus social, representado por el poder político,
militar o religioso; estas producciones serán producto de talleres situados en
las ciudades de procedencia fenicia, que más tarde se instalarán en la
península imitando las producciones foráneas alcanzando una notable maestría en
todas las facetas de elaboración de productos ornamentales, quedando constatada
la desaparición de la manufacturación de objetos de cobre puro, metal que
elaboraran con aleaciones binarias (dos metales) y ternarias (tres metales) de
los que realizaron un gran elenco de elementos de mobiliario, figuras de
adorno, joyas, etc.; a todo ello se le añadían las técnicas decorativas basadas
en motivos orientales; relieves, calados, incisiones, troquelados y repujados,
que representarán esfinges, grifos, leones, flores de loto, etc.
Otro
conocimiento técnico que los fenicios enseñaron a los nativos asentados en las
costas fue el trabajo de cerámica a torno rápido, y la fabricación de hornos
que alcanzaban temperaturas más altas para la cocción, que las que antes
alcanzaban con los hornos para los objetos de cerámica fabricados a mano.
A grandes
rasgos estas son algunas, entre otras, las mejoras que supuso en el Bronce
Final la aplicación de nuevas tecnologías aportadas por los pueblos orientales,
que representaron los sistemas de producción, logrando la especialización y el
cambio social, lo que conllevará una substancial mejora en todos los sistemas
productivos representados por el comercio, la metalurgia, la agricultura y la
pesca.
SILVERIO GUTIÉRREZ ESCOBAR
CONTINUARÁ...
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