.- MASCARILLA
FUNERARIA HISPANO ROMANA. ¿S. III?
Aparece
esta singular pieza en el yacimiento hispano visigodo de Majadaiglesia: Virgen
de las Cruces (El Guijo); yacimiento este que está declarado como Bien de
Interés Cultural (BIC).
Las circunstancias de su hallazgo
son desconocidas, apareció entre los
fondos que formó la colección ‘Misión
Rescate’ de la patrulla de Bastidores del Colegio ‘La Purísima Concepción’ de Villanueva
de Córdoba, de la que no se aportó ningún tipo de documentación; está inventariada
en este Museo Municipal de Historia con el Nº 116.
Es
esta una bonita pieza de barro cocido (terracota) de color rojizo, que
representa a un hombre muerto; costumbre que el pueblo romano tenía pues cuando
un rico moría sus herederos le hacían una mascarilla ‘post mortem’; en este
caso de barro, otras veces eran de cera, para que siempre fueran recordadas sus
facciones tal como fue en vida.
Esta
mascarilla estaba depositada en el hogar de sus herederos y era sacada en
procesión al menos tres veces al año: el día de Las Lemurias que se
celebraban en la primera quincena del mes de Febrero, el día de Las Parentalias que se festejaban a
mediados de Mayo y el día en que se cumplía el año de su fallecimiento.
Esta ‘procesión’ o cortejo fúnebre se iniciaba
desde la puerta de la casa donde estaba depositada la mascarilla funeraria y
cogiéndola entre las manos uno de los deudo del finado (familiar del fallecido) se
iniciaba la comitiva a la que asistía un ‘pregonero’ que iba diciendo en voz
alta lo que el finado había sido en vida. Si había sido militar, cuantas y que
batallas había ganado o en cuantas había participado, cual había sido su
botín…; y si fue un personaje civil, cual fue su fortuna, si había contribuido
con su dinero a hacer alguna obra pública como acueductos, calzadas, puentes…;
siendo seguidos por el cortejo formado por parientes y amigos y cerrando la
comitiva iba un grupo de mujeres, a las que se les pagaba, vestidas de negro y
llorando en señal de duelo por el finado llamadas Las Plañideras.
Una
vez que había ‘paseado’ por las calles más principales de la población, se
volvía a la casa donde la mascarilla era depositada en el Lararium de donde se había sacado y todos celebraban un banquete
ritual en honor a este personaje.