jueves, 14 de marzo de 2013

EL DÍA DE LAS PIEZAS.- MASCARILLA FUNERARIA HISPANO ROMANA.



.- MASCARILLA FUNERARIA HISPANO ROMANA. ¿S. III?

                Aparece esta singular pieza en el yacimiento hispano visigodo de Majadaiglesia: Virgen de las Cruces (El Guijo); yacimiento este que está declarado como Bien de Interés Cultural (BIC).
Las circunstancias de su hallazgo son desconocidas,  apareció entre los fondos que formó la colección  ‘Misión Rescate’ de la patrulla de Bastidores del Colegio ‘La Purísima Concepción’ de Villanueva de Córdoba, de la que no se aportó ningún tipo de documentación; está inventariada en este Museo Municipal de Historia con el Nº 116.
                Es esta una bonita pieza de barro cocido (terracota) de color rojizo, que representa a un hombre muerto; costumbre que el pueblo romano tenía pues cuando un rico moría sus herederos le hacían una mascarilla ‘post mortem’; en este caso de barro, otras veces eran de cera, para que siempre fueran recordadas sus facciones tal como fue en vida.
                Esta mascarilla estaba depositada en el hogar de sus herederos y era sacada en procesión al menos tres veces al año: el día de Las Lemurias  que se celebraban en la primera quincena del mes de Febrero, el día de Las Parentalias que se festejaban a mediados de Mayo y el día en que se cumplía el año de su fallecimiento.
                Esta  ‘procesión’ o cortejo fúnebre se iniciaba desde la puerta de la casa donde estaba depositada la mascarilla funeraria y cogiéndola entre las manos uno de los deudo  del finado (familiar del fallecido) se iniciaba la comitiva a la que asistía un ‘pregonero’ que iba diciendo en voz alta lo que el finado había sido en vida. Si había sido militar, cuantas y que batallas había ganado o en cuantas había participado, cual había sido su botín…; y si fue un personaje civil, cual fue su fortuna, si había contribuido con su dinero a hacer alguna obra pública como acueductos, calzadas, puentes…; siendo seguidos por el cortejo formado por parientes y amigos y cerrando la comitiva iba un grupo de mujeres, a las que se les pagaba, vestidas de negro y llorando en señal de duelo por el finado llamadas Las Plañideras.
                Una vez que había ‘paseado’ por las calles más principales de la población, se volvía a la casa donde la mascarilla era depositada en el Lararium de donde se había sacado y todos celebraban un banquete ritual en honor a este personaje.

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